Después del desembarco en Playa Pilar, la que debe su
nombre al yate de Hemingway (1), en el extremo noroeste del Cayo Guillermo, al
norte de Cuba, parecía imposible hallar arena más blanca, azules tan
impactantes, aguas más transparentes.
Playa Pilar |
Pero bastan 24 horas para hacernos comprender que el
nombre de ‘Jardines del Rey’ no es casualidad, porque esta cadena de islotes en
permanente evolución es también una sucesión de los mejores arenales costeros
que se pueda imaginar.
Nuestra primera parada es el Hotel Meliá Cayo Guillermo,
para pernoctar antes de emprender el regreso a la Habana. En esta fugaz
estancia tenemos tiempo suficiente para pasear por ese palmeral colmado de
estanques con nenúfares, con cabinas de masajes camufladas en rústicas cabañas,
quioscos de música adornados para la fiesta permanente, descubriendo senderos y
pequeños puentes que nos llevan al relax, rutas que inevitablemente conducen a
la playa.
Hoteles Meliá Cayo Guillermo |
El paseo de tablas no se detiene en la arena, se adentra
en el mar para que caminemos sobre el color, cada paso un tono, entre el blanco
y los azules todos. Al final se ensancha, este ya pantalán, en terrazas marinas
cubiertas con hojas de palma, como caneyes, que seguramente están ahí para
servir de embarcadero o como puesto de pescadores, pero que parecen
observatorios de aves o, quizás, de tiburones y delfines. Desde allí la playa
es inmensa, como el mar, y da pereza el regreso.
Antes de dejar atrás este cayo, visitamos el Iberostar
Daiquiri, un todo incluido de 4* y 312 habitaciones, en primera línea de playa,
que cuenta con varios clubes infantiles, por tramos de edad, y una
extraordinaria oferta gastronómica en su bufet, además de tres restaurantes
especializados en cocina mexicana, italiana y cubana.
Quizá teníamos que haber empezado por situarnos en el
mapa, pero aún estamos a tiempo. Los cayos de la costa norte de la isla de Cuba
son realmente una sucesión continua de islas e islotes en paralelo a la costa
que se prolonga cientos de kilómetros, a modo de guardianes cordiales.
Aunque no hay discontinuidad, se agrupan en dos
archipiélagos, el de Sabana y el de Camagüey que, en conjunto, se conocen
también como ‘Jardines del Rey’.
Los que recorremos en esta ocasión forman parte del
segundo, al igual que Cayo Santa María, de la provincia de Villa Clara, y, los
más extensos, Cayo Romano y Cayo Sabinal, ambos de la de Camagüey.
Guillermo y Coco, en medio, pertenecen a la provincia de Ciego de Ávila y
están a unos quinientos kilómetros de la Habana.
Cayo Guillermo es pequeño, tiene 13 kilómetros cuadrados,
y está previsto urbanizar únicamente el 7% de su superficie. En la actualidad
cuenta con cuatro hoteles y pronto se construirá otro en Playa Pilar. Está
unido a Cayo Coco por una carretera sobre pedraplén, que también los une con
tierra firme, a través de la Bahía de Perros, desde el año 1988. A cambio de
esa conexión han perdido su insularidad y en gran parte su pureza, aunque, como
veremos, los humanos llevan muchos años por aquí.
Cayo Coco sobrepasa los trescientos cincuenta kilómetros
cuadrados y, sin embargo, nunca tuvo población estable. En el siglo XVIII hubo
asentamientos de pescadores y carboneros. Y en los años cuarenta del XX la
compraron los americanos para hacer una gran explotación ganadera, pero los
mosquitos les obligaron a desistir. El abandono fue total, hasta el punto de
que muchos animales quedaron sueltos y hoy es frecuente encontrarse con vacas
en libertad.
En la actualidad tampoco hay viviendas en estos cayos, a
pesar sus veintidós kilómetros de playas y de que cuentan con unos 4.000
ocupantes, que se convertirán en 10.000 hacia 2016. Pues bien, todo el personal
que trabaja en los hoteles y demás servicios vive en las poblaciones de Morón,
a una hora, o Ciego de Ávila, a hora y media, en auto.
Esta política, al igual que el desistimiento del antiguo
aeropuerto, (2) convertido ahora en Parque Natural, viene a confirmar la
preocupación del Gobierno por mantener el valor ecológico de estos territorios,
que acogen más de 500 especies vegetales y más de 200 especies de animales, en
su mayoría aves. Aunque en lo del aeropuerto también tuviese que ver su tamaño
y dificultad para crecer.
El nombre del cayo viene del Ibis Blanco, muy abundante
en la isla, que aquí llaman también Pájaro Coco.
Pues ya en este Cayo Coco, vistamos el Hotel Playa Coco,
otro 4* que saca un gran partido a elementales pero exquisitos productos
cubanos. No hay más que ver que bien exhiben sus frutas exóticas y su cerveza
Bucanero. Muy preocupados también por el ocio de los más pequeños y por las
delicias gastronómicas para los mayores, con el único restaurante japonés de la
zona.
Hotel Memories Flamenco |
El siguiente paso es el 5* Memories Flamenco, un todo
incluido de 624 habitaciones, clavado en una playa de arena blanquísima, en la
que los incontables azules (siempre los azules) se confunden con los verdes. Su
incipiente jardín se equilibra con un área de piscina espectacular.
Entre tanto hotel ya echábamos de menos un respiro. Pues
nada mejor que un balneario. Sí, que nadie se sorprenda, porque la Clínica
Internacional de Thalasoterapia Acuavida-Spa-Talaso cuenta con instalaciones y
personal a la altura de los mejores balnearios. Tiene un estupendo plantel de
masajistas y fisioterapeutas para la aplicación de tratamientos personalizados.
Desde sesiones de tres horas hasta programas de quince
días. La línea de cosmética que aplican es la Germaine de Capuccini, pero
también son expertos en la utilización del barro egipcio. Sus instalaciones son
modernas y bien equipadas. Y, lo más atractivo, su piscina de agua de mar
calentada a 37ºC.
El Hotel Meliá Cayo Coco es especial por varias razones.
Sus 250 habitaciones, muchas construidas sobre pilotes en una laguna de agua
salada, son solo para adultos. Es el único de esas características en este
destino. Quizá por este motivo, su decoración es insinuante, como apreciamos en
el indicador de la toilette, un tanto erótico.
Sus exteriores son espléndidos, notándose los ya trece
años de antigüedad en la frondosa vegetación, bien cuidada y arropando
recoletos espacios hasta el borde de la playa. Es acogedor, y sin embargo
abierto, su auditorio, que se cubre con una carpa exquisita.
Pero, por añadidura, aquí nos encontramos con un joven
paisano, de Valladolid, con más de seis años trabajando en América, que es
Ismael Fawzi González, el director de Alimentos y Bebidas del hotel. Con él
mantenemos una agradable charla en la que nos habla con entusiasmo de su
trabajo aquí.
Nuestra última parada, aún en cayo Coco, es en el Hotel
Mojito Iberostar (hasta hace poco Emperador Laguna). Las 690 habitaciones nos
dicen algo sobre su medida. Además, 325 son suites y 80, villas. Su decoración,
quizá a veces desmedida, sin embargo es agradable. Tiene unos exteriores
cuidados y frondosos bosquecillos, que sirven de marco inmejorable para las
frecuentes Fiestas Cubanas al aire libre.
Tanto hablar de hoteles podría hacernos pensar de este
destino, conocido como ‘Cayo Guillermo y Cayo Coco’ o como ‘Jardines del Rey’,
que es un espacio muy urbanizado y, sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Porque a tantas comodidades y relax que nos proporciona
su producto de todo incluido, en unas playas casi vírgenes, hay que añadir los
alicientes de una naturaleza desbordante, con colonias de multitud de aves,
entre las que destacan las de flamencos y de ibis por sus numerosos ejemplares.
Todo eso a un kilómetro de la segunda barrera coralina más larga del mundo.
Pero, por si fuera poco, a menos de dos horas tenemos un
buen número de villas y pueblitos llenos de gentes encantadoras que están
deseando recibir al forastero, para mostrarle sus artesanías, sus paisajes y su
gastronomía, para regalarle una amena conversación que cuenta su pequeña
historia, esa que va conformando la grande.
(1) En ese barco,
cuya base habitual era el puerto de Cojímar, recorrió Ernest Hemingway los cayos. Actualmente se conserva en el
museo dedicado al escritor, en ‘Finca Vigía’, poblado de San Francisco de
Paula, a 15 km del centro de la Habana.
(2) El nombre del
nuevo es Aeropuerto Internacional Jardines del Rey, aunque también se le sigue
llamando Aeropuerto de Cayo Coco.
Texto y fotos: Manolo Bustabad Rapa. Tomado de Expresso.
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